Tiburones y rayas: flotabilidad
En general, los peces óseos mantienen su flotabilidad gracias a un órgano conocido como la vejiga natatoria, un órgano con forma de saco ovalado situado en la zona abdominal por debajo de la columna vertebral. Este órgano, se llena de aire ya sea a través de bocanadas para aquellos peces que tienen conectados el esófago y la vejiga natatoria (vejiga fisóstoma) o bien mediante difusión de gases desde la sangre a la vejiga (vejiga fisocista). Como el aire presenta una densidad menor que la del agua, eso provoca un efecto de flotación en los peces.
Sin embargo, los condrictios (peces de esqueleto cartilaginoso) como los tiburones, no poseen vejiga natatoria. ¿Cómo resuelven entonces los tiburones el problema de la flotabilidad? Vamos a verlo.





El principal elemento que proporciona un cierto grado de flotabilidad a los tiburones y las rayas es la presencia de un hígado de grandes dimensiones (hasta un 25% del peso corporal en algunas especies) que está lleno de grasas o aceites de baja densidad y cuyo componente principal es el escualeno. El escualeno y otros lípidos se acumulan en grandes cavidades llenas de líquido en el citoplasma de las células hepáticas llamadas vacuolas grasas y pueden constituir el 80% o más del volumen del hígado.
El hígado de los tiburones tiene tres funciones básicas: fabricar enzimas necesarias en diferentes procesos metabólicos; mantener las reservas lipídicas (grasas) para usarlas cuando falte el alimento y, finalmente, actuar como órgano de flotabilidad evitando la tendencia natural a hundirse.
El echo de presentar un esqueleto cartilaginoso, de menor densidad que el hueso, sin duda también se podría apuntar como una posible adaptación (o que por lo menos ayuda) a compensar la flotabilidad.
A pesar de tener este sistema, la mayoría de los tiburones siguen presentando una flotabilidad negativa (se hunden si dejan de nadar) a excepción de algunas especies de aguas profundas que son las que presentan hígados de mayor tamaño, como por ejemplo las cañabotas (Hexanchus griseus), donde se ha podido ver que presentan flotabilidad positiva.
Aquellos que siguen presentando flotabilidad negativa necesitan alguna otra ayuda para mantener su flotabilidad y lo hacen a través del movimiento, es decir, nadando. Gracias a la impulsión de la aleta caudal y a la sustentación de las aletas pectorales, consiguen mantener la flotabilidad, por lo que no pueden dejar de nadar o se hundirían. En este punto existe algo de controversia, ya que algunos investigadores han señalado que la sustentación hidrodinámica no se consigue sólo a través de las aletas pectorales, tal y como se cree, sino que esa sustentación se da también gracias al hocico y vientre aplanados en función de la posición que el animal adopta cuando nada, aportando aproximadamente el 30% de su sustentación. Bajando la cola un poco hacia abajo y la cabeza un poco hacia arriba, el animal puede mantener la flotabilidad.