Tiburones, lobos marinos y estrés
Recientemente, un grupo de investigadores liderados por el profesor Neil Hammerschlag de la Universidad de Miami, han publicado los resultados de un estudio donde, por primera vez, se han hallado pruebas de cambios fisiológicos importantes en las presas (Lobo marino del cabo – Arctocephalus pusillus) como respuesta al declive y desaparición de su máximo depredador en la zona (Tiburón blanco – Carcharodon carcharias).
En una primera fase del estudio (2000-2015) los investigadores vieron que los niveles de cortisol (y por tanto de estrés) de los lobos marinos eran 4 veces más grandes que los detectados en la misma especie en otras islas donde no existía el riesgo de depredación.
A partir de 2015, por motivos aún desconocidos, la población de tiburón blanco de la zona empezó a reducirse hasta haber prácticamente desaparecido de la zona, por lo que los investigadores continuaron recogiendo muestras en una segunda fase (2016-2020), para comprobar la hipótesis de que la desaparición del principal depredador debería ir acompañada por una disminución del estrés en las presas. Para ello, siguieron recogiendo muestras y observaron que, efectivamente, los niveles de cortisol se reducían a hasta 4 veces menos que cuando los depredadores estaban en la zona.
Además de los cambios fisiológicos, también observaron importantes cambios en el comportamiento de los leones marinos del cabo, ya que en sus expediciones de pesca, los leones marinos se aventuraban a ir a zonas más lejanas y con mayor profundidad que anteriormente, ya que la precaución a ser depredados disminuía. Estos resultados muestran rápidas respuestas fisiológicas y cambios de comportamiento asociados a la liberación del estrés de la depredación y, aunque pueda parecer algo de sentido común era necesario demostrarlo, y esta publicación podría ser la primera que prueba de forma clara esta relación y la importancia de los depredadores ápice (aquellos que están arriba de las redes tróficas) para el control y mantenimiento del equilibrio en el océano. No olvidemos que el estrés (o la ausencia del mismo) es un condicionante que puede afectar a diversos aspectos como en la alimentación o la reproducción, por lo que la importancia de los depredadores como reguladores poblacionales es muy importante.
Ante unos tiempos en los que vivimos donde estamos viendo que los depredadores ápice son alguna de las especies más afectadas en la continua pérdida de biodiversidad, este estudio nos indica que estas relaciones entre depredador y presa deben tenerse en cuenta cuando establecemos programes de conservación, haciendo cada vez más importante el enfoque ecosistémico para mejorar nuestras políticas de conservación.
Si queréis consultar el artículo científico completo, lo podéis hacer en este enlace.