Tiburones de dos cabezas… ¿realidad o ficción?
Hace unos días se me ocurrió navegar por las diferentes plataformas de vídeo en streaming a la búsqueda de una película de temática marina. Al final encontré una con un título y unos mensajes que me llamaron la atención, “El ataque del tiburón de dos cabezas”: un cuerpo, dos cabezas y 6000 dientes (Fig.1). Era sábado por la tarde y llovía, así que me animé.



La película se inicia directamente con una secuencia en la que un tiburón blanco de dos cabezas ataca un grupo que practicaba wakeboard o esquí náutico sobre tabla. Minutos después, un barco oceanográfico se averiaba al golpear con otro tiburón. Con esto ya tuve suficiente y dejé de ver la película. Pero me surgió la duda: ¿se habrá encontrado alguna vez un tiburón de dos cabezas?
La respuesta es sí, y además parece que es un hecho que cada vez se da con más frecuencia.
A la presencia de dos cabezas en el mundo animal se le denomina técnicamente bicefalia y hace referencia a dos gemelos fusionados uno al lado de otro con dos cabezas totalmente separadas y un único cuerpo. En el caso de los tiburones, parece que todo empezó en septiembre de 2008, cuando un pescador envió al National Geographic unas fotografías de un embrión de tintorera (Prionace glauca) con dos cabezas (Fig. 2).
Posteriormente, en 2011, varios científicos publicaron un estudio sobre embriones de tintoreras bicéfalas provenientes de hembras capturadas en Baja California, México (Fig. 3).



En este estudio no se explica la causa de esta bicefalia, aunque se especula que puede ser debida a infecciones parasitarias, tumores, alimentación deficiente o anormalidades genéticas. No obstante, sí que se comenta que las deformidades de los tiburones durante su desarrollo acostumbran a ser cefálicas y, en cambio, las anormalidades posnatales implican sobre todo deformidades de la columna vertebral.
Más tarde, en 2013, se describió por primera vez la bicefalia en el tiburón sarda (Carcharhinus leucas). En el estudio, llevado a cabo por Wagner et al. (2003), se indica que el examen externo, la radiografía y la resonancia magnética revelaron que se trataba de un caso de bicefalia en el que el esqueleto axial y los órganos internos se habían dividido en sistemas paralelos antes de la cintura pectoral, dando lugar a dos cabezas bien desarrolladas (Fig. 4).



No fue hasta 2016 que Sans-Coma, et al. describieron un caso de bicefalia en el olayo atlántico (Galeus atlanticus). En este caso, el ejemplar bicéfalo fue detectado entre 797 embriones destinados a estudios cardiovasculares. Cada cabeza tenía dos ojos, un cerebro, una notocorda y cinco aperturas branquiales en cada lado de la cabeza. Las dos cabezas estaban fusionadas detrás de las branquias. Cabe destacar que, aún teniendo dos esófagos, dos estómagos y dos hígados, solo tenía un intestino (Fig. 5).
Los autores de este estudio indicaron que la causa más plausible de la bicefalia podía ser un trastorno genético.



Parece que continúan apareciendo tiburones de dos cabezas. No hay una explicación clara sobre cuál es la causa de la aparición de este fenómeno tan curioso. Se habla de infecciones, agentes químicos, radiación o problemas metabólicos. La teoría más interesante es que la sobrepesca está disminuyendo la reserva genética de algunas especies, y esto comportaría la endogamia que causaría anormalidades genéticas que derivarían en esta bicefalia.
Sea cual sea la causa, la industria del cine continúa en su línea habitual de amenizarnos las tardes lluviosas de sábado. Ahora ya podemos encontrar nuevas historias protagonizadas por tiburones de 3, 5 y 6 cabezas (Fig. 6).
¿Dónde está el límite en el número de cabezas de un tiburón? Parece que para Hollywood esta pregunta no tiene respuesta.


