Susurrando para que los depredadores no nos oigan
Un estudio reciente, dirigido por investigadores de la Universidad de Siracusa y publicado en la revista Biology Letters el pasado mes de octubre, sugiere que las madres de ballena franca del Atlántico Norte susurran a sus crías para no atraer la atención de sus depredadores. Pero, antes de entrar en más detalle…
¿Qué sabemos sobre esta especie?
Su nombre científico es (Eubalaena glacialis) dónde Eulabaena significa “ballena verdadera” y glacialis “del hielo”. Habitan en aguas costeras o cercanas a la plataforma continental y pueden alcanzar los 17 metros de longitud, siendo las hembras más largas, y unos 90.000 quilos de peso [ver imagen 1]. Carecen de aleta dorsal y presentan una espalda muy ancha. Sus barbas constan entre 220 y 260 láminas a cada lado y pueden alcanzar una longitud de hasta 2.7 metros. La zona de la cabeza está, a menudo, cubierta de porciones rugosas de piel llamadas callosidades. Éstas presentan un color blanquecino o cremoso debido a la infección masiva por ciámidos (conocidos también como los piojos de las ballenas) [ver imagen 2 Y 3]. Su soplo es muy distintivo ya que tiene forma de V, tanto cuando se observa por delante como por detrás.
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Actualmente, según la UICN, esta especie está catalogada “en peligro crítico de extinción” y se encuentra seriamente amenazada. Estas ballenas fueron las primeras ballenas de grandes proporciones en ser cazadas de forma regular con fines puramente comerciales.
Durante los meses de invierno se concentran en las costas de Florida y
¿Qué han descubierto en este estudio científico?
Los investigadores colocaron 16 dispositivos de registro de sonido en hembras y se recogieron un total de 754 grabaciones. Una vez analizado, descubrieron que las madres producían un sonido muy suave, corto y ronco, únicamente perceptible a una corta distancia. En cambio, las ballenas jóvenes y preñadas en el mismo área producían un repertorio de sonidos completamente diferente [ver imagen 5].



Susan Parks, investigadora en la Universidad de Siracusa, explica “estos sonidos se pueden considerar casi como un susurro humano (…) permiten que la madre y la cría se mantengan en contacto sin anunciar su presencia a posibles depredadores en el área”. Esta estrategia se conoce como cripsis, fenómeno de camuflaje en el que un organismo presenta adaptaciones para pasar inadvertido a los sentidos de otros animales. Los tiburones blancos (Carcharodon carcharias) se pueden ver comúnmente en las zonas de cría de esta especie de ballena, además de que han sido documentados alimentándose de ballenas. También se ha documentado que las orcas atacan a las ballenas francas y son vistos de forma frecuente en el área de cría de ballenas francas australes.
Este no es el único estudio que sugiere esto. Dos estudios en Australia han mostrado la evidencia de cripsis acústica en madre y cría incluyendo la producción de sonido de amplitud reducida en las ballenas jorobadas (Megaptera novaeangliae) y sonido de amplitud reducida con bajas tasas de llamada en ballenas francas australes (Eubalaena australis).