¿Habías visto dientes de tiburón tan cerca?
Una de las principales características diferenciales de los tiburones es su dentición. Los dientes de los tiburones no están anclados a las mandíbulas (o mejor dicho, a los cartílagos mandibulares), sino que se encuentran frágilmente implantados en una capa de tejido conocida como epitelio basal. Esto, que podría parecer un contrasentido ya que si los dientes no están firmemente sujetos podrían perderse con facilidad, no es más que otra genialidad adaptativa de estas especies. Esta característica les permite reponer los dientes sin descanso durante toda su vida, teniendo siempre sus “herramientas” en perfecto estado de uso. Esto varia entre especies, pero de forma genérica los tiburones podrían tener alrededor de unos 20.000 dientes a lo largo de su vida.





Los dientes de los tiburones, están compuestos fundamentalmente de dentina recubierta de esmalte. Estos dientes se generan en la parte interna de la mandíbula y van creciendo por filas, moviéndose hacia delante de forma parecida a la de una escalera mecánica. De esta forma van rompiendo el fino epitelio que los protege y estableciéndose como nueva hilera de dientes completamente funcional.
Así, estos animales presentan una sustitución continuada de su dentición durante toda su vida. Los tiburones pueden presentar entre 5-15 filas de dientes aunque sólo entre 1 y 3 filas de dientes son funcionales, dependiendo de las especies. El resto que se pueden ver se encuentran en proceso de eliminación (las más anteriores) o de formación (las más posteriores). En un animal vivo que conserva sus tejidos, no podemos ver todas esas filas de dientes, pero si observamos mandíbulas de tiburones preparadas y limpias de piel, podemos ver todas esas filas de dientes que están en proceso de creación por debajo del epitelio.
Además, evolutivamente, los tiburones y las rayas han desarrollado una gran diversidad morfológica en las formas de sus dientes. Tanto es así, que nos sirven como herramienta identificativa de las diferentes especies. Esto podría deberse a una estrategia adaptativa en la que la diferencia de presas (y la consiguiente adaptación de los dientes) habría permitido a los tiburones aprovechar una amplia variedad de nichos alimentarios, minimizando la competitividad entre especies similares. A lo largo de la evolución, este hecho ha proporcionado, como decíamos, una grandísima variedad de denticiones adaptadas a los diferentes hábitos alimentarios de cada especie.





Haciendo una clasificación generalista en grandes grupos, podemos encontrar:
- Dientes vestigiales y diminutos de forma cónica. Son dientes no funcionales en proceso de desaparición en aquellas especies que se alimentan de plancton como el tiburón ballena (Rhincodon typus) o el tiburón peregrino (Cetorhinus maximus).
- Dientes romos en formación de mosaico. Utilizados para aplastar y triturar conchas o caparazones de invertebrados como moluscos o crustáceos. Los presentan algunas especies de rayas y tiburones, como por ejemplo las musolas (Mustelus spp).
- Dientes con muchas cúspides puntiagudas pequeñas. Para desgarrar y trocear al mismo tiempo, como el olayo (Galeus melastomus) o las pintarrojas (Scyliorhinus canicula).
- Dientes puntiagudos, largos, lisos y estrechos con forma de gancho, para sujetar presas grandes y poder tragarlas progresivamente. Una vez sujeta, la presa no tiene escapatoria ya que la forma de gancho impide que pueda escaparse. Un claro ejemplo sería el marrajo (Isurus oxyrhinchus) o el solrayo (Odontaspis ferox).
- Dientes planos, triangulares y aserrados para cortar grandes presas o arrancar grandes trozos de carne de un bocado moviendo lateralmente la cabeza. Por ejemplo el tiburón blanco (Carcharodon carcharias).
- Dientes muy diferentes (dimorfismo) entre las dos mandíbulas. Normalmente, los dientes inferiores planos y con muchas cúspides en forma de hoja de sierra y los de arriba finos y puntiagudos (a veces también con varias cúspides). Los de arriba sujetan y los de abajo cortan. Por ejemplo la cañabota (Hexanchus griseus).
Un último detalle curioso. Algunos de los dientes que se pierden caen, pero otros son reabsorbidos y en algunas especies incluso tragados para reaprovechar las sustancias minerales que les permiten crear dientes nuevos.