Bosques de animales marinos: la valentía política necesaria para protegerlos
Los bosques también “son de mar”. Son incluso más antiguos que las grandes selvas y bosques que conocemos. Pero a diferencia del verde que sobresale en los mapas y fotos vía satélite, estos bosques son invisibles bajo el gran manto azul que cubre el 70% de nuestro planeta. ¡Su magia te captura para siempre en el instante que te adentras en este mundo submarino y sus colores y formas se hacen visibles!





Los bosques de animales marinos (Marine Animal Forests, MAF’s, por sus siglas en inglés) se encuentran en todas las profundidades y latitudes. Parecen más estructuras de ciencia ficción creadas para la segunda versión de AVATAR, de James Cameron, que colonias de animales capaces de confeccionar una heterogeneidad de formas tridimensionales, origen de espacios únicos de diversidad.
Hoy, Día Mundial de los Océanos, queremos dar protagonismo a estos biomas.
Repasando brevemente los últimos documentos publicados, como “El Informe Global Biodiversity Outlook 5” de la Convención sobre Diversidad Biológica (CDB), estos demuestran que los arrecifes de coral y otros ecosistemas bentónicos están sufriendo el incremento más rápido de riesgo de extinción de todos los grupos objeto de estudio. Alcanzar el objetivo de reducir su vulnerabilidad a través de la restauración y reducción de las presiones y amenazas a que, a escala global, están sometidos no fue posible el 2015 y tampoco se llegó en el 2020. Son malas noticias para todo el mundo… ¡pero hay esperanza!
Con el reciente inicio de la Década de las Naciones Unidas para la Ciencia del Océano para el Desarrollo Sostenible y de la Década para la Restauración de los Ecosistemas (2021-2030), ahora tenemos la oportunidad de potenciar estos objetivos mundiales, a través de la concienciación y la acción, para:
- guiar y crear conocimientos básicos para la investigación;
- fomentar el trabajo en red y acciones;
- y, una de las más importantes de todas, presionar a los responsables políticos para que tomen decisiones y avancen con presupuestos reales que hagan posible el cambio.





Ahora es el momento en que los océanos tienen que jugar un rol protagonista y, con ellos, los bosques de animales marinos, representados por organismos que forman doseles submarinos comparables a estructuras como los árboles dentro de un bosque, especialmente a determinadas profundidades y latitudes. Esta bio-arquitectura está formada mediante montajes biológicos compuestos principalmente por organismos que, como las esponjas, las gorgonias, los corales, los anélidos, los briozoos, los moluscos, los tunicados, etc., se alimentan de partículas en suspensión, creándose espacios únicos de medidas milimétricas en lugares desde un m² a extensiones kilométricas, como es la Gran Barrera de Coral de Australia.
Además del impacto directo e indirecto del turismo que afecta los MAFs, otras grandes presiones que sufren estas comunidades son la pesca de arrastre, el cambio climático, la acidificación de los océanos, la contaminación y la sobreexplotación de los recursos costeros. Las investigaciones hacen evidente que, después de sufrir grandes disturbios y según su estado de vulnerabilidad, profundidad y latitud, en algunas ocasiones estos ecosistemas no llegan a recuperarse nunca.
Desde el Ártico hasta la Antártida y desde Mar Rojo hasta la Gran Barrera de Coral de Australia, los MAFs proporcionan servicios ecosistémicos esenciales:
- marisco de comunidades poco profundas y profundas para el consumo humano;
- estabilidad del ecosistema mediante el mantenimiento de la biodiversidad;
- protección costera (arrecifes de coral poco profundos o camas de ostras);
- entornos saludables y atractivos para los turistas;
- apoyo a las economías locales basadas en el turismo;
- dado que el carbono antropogénico se deposita en los MAFs de forma permanente mediante procesos biológicos, su papel como sumideros de carbono también es notable. Este último servicio ecosistémico es cada vez más reconocido, a pesar de que todavía faltan conjuntos de datos disponibles a gran escala para determinar su contribución de forma más exacta.
¿Qué se puede hacer desde el ámbito político?
Como decíamos antes, para luchar contra la pérdida de estos ecosistemas, su fragmentación y su deterioro, sin duda hacen falta políticas que refuercen la gestión de las áreas protegidas, haciendo cumplir las leyes establecidas. Actualmente, existen muchas normativas, pero su desconocimiento y la carencia de rigor en sus aplicaciones, que evita su cumplimiento, están provocando daños irreversibles en estos ecosistemas que generan gran riqueza, alimento, salud y bienestar.
En estos momentos lo que se precisa es que los países, gobiernos regionales y locales se comprometan de forma efectiva, urgente e inamovible, a destinar recursos para la protección de estos ecosistemas. La comunidad científica ya no puede aportar más argumentos… están prácticamente todos sobre la mesa. Ahora, más que nunca, necesitamos de políticas valientes que prioricen medidas efectivas ligadas a presupuestos para la conservación de estos ecosistemas marinos, base de grandes puntos de diversidad de nuestro planeta.
Protegiéndolos a ellos estamos asegurando también nuestro futuro, el tiempo se está agotando y el reloj pronto llegará a un punto de no retorno.