Adaptaciones al buceo en las tortugas marinas
Las tortugas marinas están entre los vertebrados de respiración pulmonar que más profundo y más tiempo pueden bucear. De hecho, estos animales suelen pasar menos de un 10% del tiempo en la superficie del mar. La tortuga laúd (Dermochelys coriacea), la especie de tortuga marina mejor adaptada al buceo, llega a profundidades de más de 1.000m, y se han registrado buceos voluntarios de tortugas marinas que duran entre 2 y 5 horas. ¿Cómo lo hacen? En realidad, esto aún no se comprende del todo a día de hoy – es complicado investigar la fisiología en animales en libertad sin capturarlos, y en consecuencia provocarles un estrés que modifique su respuesta completamente.
A continuación, te resumimos las adaptaciones más importantes de estos animales al buceo profundo.





Las tortugas marinas están anatómicamente adaptadas a la vida en el agua: completamente hidrodinámicas, con el cuello más corto que las tortugas terrestres y de agua dulce y una menor masa del caparazón, su cabeza y extremidades no son retráctiles. Las aletas delanteras aplanadas sirven para propulsar al animal, mientras que las traseras, planas y cortas, funcionan de timones. Las narinas se cierran bajo el agua para evitar que entre agua en la boca y el sistema respiratorio.
Pero son las impresionantes adaptaciones fisiológicas del cuerpo las que permiten un muy eficiente y rápido intercambio gaseoso cuando la tortuga está en superficie y respira, y un almacenamiento máximo de las reservas de oxígeno en el cuerpo mientras está sumergida en un buceo profundo.
Gran capacidad de acumular oxígeno
Cuando una tortuga lleva a cabo buceos superficiales, la mayor parte del oxígeno está acumulada en el pulmón, desde donde va pasando a la sangre y los tejidos. Sin embargo, para los buceos profundos, las tortugas marinas dependen del almacenamiento de oxígeno en la sangre y los músculos. Las tortugas marinas (principalmente la tortuga laúd) tienen una gran cantidad de hemoglobina y glóbulos rojos en sangre y de mioglobina en músculo, lo cual les permite almacenar mucho oxígeno en el cuerpo que durante el buceo profundo está disponible para los tejidos. Los pulmones tienen además una amplia superficie de intercambio gaseoso, que facilita la llegada del oxígeno a la sangre con cada respiración. Esto hace que una respiración de una tortuga marina sea mucho más eficiente que una respiración nuestra.
Buena gestión del oxígeno
Las tortugas marinas, como animales de sangre fría (no pueden termorregular y dependen de la temperatura exterior – este hecho lo explicaremos en otro post), tienen un metabolismo más reducido que los mamíferos. Esto les permite aguantar más tiempo con la misma cantidad de oxígeno que, por ejemplo, una foca. Además, al hacer buceos profundos, las tortugas marinas activan una especie de “reflejo del buceo” que les permite reducir la frecuencia cardiaca, y limitar la circulación sanguínea a los órganos esenciales durante el buceo, reduciendo aún más el gasto de oxígeno. También son animales tremendamente tolerantes a la hipoxia, especialmente el cerebro, que al contrario que en los mamíferos marinos, al menos en la tortuga boba (Caretta caretta) se ha visto que puede sobrevivir varias horas sin oxígeno.
¿Y cómo aguantan la presión al descender, que tanto nos afecta a nosotros?
Para empezar, el caparazón de las tortugas marinas no está completamente fusionado a nivel óseo con el plastrón (la parte ventral), sino que hay un espacio de tejido conectivo entre ambos que permite una cierta compresión del mismo. Esto está llevado al extremo en el caso de la tortuga laúd, al no tener un caparazón óseo como el resto de tortugas marinas. Además, el sistema respiratorio (pulmón y vías aéreas) de las tortugas marinas se colapsa a profundidades de unos 80-160m, lo cual les permite aguantar largos buceos sin problemas de narcosis por exceso de nitrógeno disuelto, o de síndrome por descompresión al ascender. Queda algo de aire en ellos, pero en zonas donde no hay intercambio gaseoso. Además, se bloquea la circulación de la sangre al pulmón. En cualquier caso, se ha visto que las tortugas laúd modifican el tiempo que pasan a diferentes profundidades, y que ascienden más lentamente de buceos profundos, evitando así la formación de burbujas de nitrógeno al ascender.